La Tercera Edad engloba un grupo variados de personas mayores o ancianas, que se encuentran en la etapa vital conocida como vejez, en la que se producen importantes cambios físicos, psicológicos y sociales. El envejecer es un proceso gradual, natural e inevitable.
No es grupo homogéneo, cada persona en función de sus experiencias vitales desarrolla procesos cognitivos, destrezas o sensibilidades específicas, por lo tanto, no todos envejecemos de la misma manera, ni todos tenemos las mismas necesidades. Se caracteriza por ser la etapa de la plenitud, disfrute y descanso, alimentada de momentos e historias de vida.
Los principales cambios que se pueden producir en la vejez comportan varios aspectos:
- Cambios fisiológicos que generan el envejecimiento de nuestro cuerpo: arrugas, pérdida de agilidad...
- Cambios en la salud que favorecen la aparición de enfermedades (morbilidad y mortalidad).
- Cambios nutricionales que provocan que nuestro metabolismo se vuelva más lento, y debemos cambiar los hábitos alimentarios.
- Cambios en la actividad, que afectan al ritmo de movimientos, sin embargo es muy importante mantener la actividad.
- Cambios en el sueño, alteran los ritmos de rutinas cotidianas por falta de sueño.
- Cambios en la percepción de los sentidos ralentizando los reflejos, la agudeza visual y aditiva.
- Cambios sociales, tanto con su circulo de amistades como con sus familiares, se adquieren roles distintos, paso a un segundo lugar su implicación en actividades comunes.
- Cambios sexuales, condicionados por las limitaciones fisiológicas de su cuerpo y por la concepción estigmatizada de la vejez por la sociedad en la que está inmerso.
- Cambios en autoconcepto afectado por los físicos derivan en alteraciones de la percepción de la persona, afectando a la autoestima y seguridad en sí mismo.
Nuestra tarea, como profesionales, se centra en potenciar las experiencias positivas, favorecer las habilidades socio-afectivas y optimizar las capacidades dentro de las posibilidades de cada individuo.
Salud y calidad de vida
La principal preocupación de las personas mayores, es la estabilidad económica y seguidamente, la salud. Debemos desmitificar esta concepción en esta etapa en concreto ya que la salud preocupa en todas los momentos de la vida del ser humano.
Como profesionales, tenemos el deber de ayudarles a afrontar las enfermedades, pasajeras o crónicas para que sean capaces de aceptarla y aprender a vivir con ella. Una buena actitud positiva, conociendo sus posibilidades y limitación, optimizan la recuperación del paciente, asumiendo las controversias como una fase más de la enfermedad.
Desafortunadamente, a día de hoy en nuestra sociedad, carecemos tanto de recursos específicos materiales como humanos para dar respuesta a estas necesidades. Por ello es necesaria la formación de personal altamente cualificado, imprescindible para saber atender a este colectivo, y mejorar su calidad de vida. La preparación de los profesionales expertos en tercera edad, debe ser contextualizada y fundamentada en el estudio específico de la etapa del envejecimiento.
Por Elena Ordoñez