martes, 23 de octubre de 2012

(II) Consejos básicos: Alzheimer Fase Moderada

El enfermo necesita la compañía de una persona durante las 24 horas del día, que supervise sus actividades y le sustituya en algunas de ellas.
  1. Buscar ayudas. Infórmese sobre los recursos a que tiene derecho según la llamada Ley de Dependencia y vaya solicitando la valoración de su enfermo.
  2. Retrasar la incontinencia. Si el enfermo ya presenta signos de incontinencia, esté atento a llevarlo al servicio a intervalos marcados, procurando reservar el uso de absorbentes sólo para la noche mientras pueda.
  3. Procurar un buen ritmo sueño-vigilia. Evite el insomnio del enfermo haciendo con él todo el ejercicio posible y manteniéndole activo en vez de sesteando durante el día.
  4. Manejar las alteraciones de conducta. Si aparecen episodios de agresividad, résteles importancia, utilizando el sentido del humor y el afecto. A veces da la impresión de que el enfermo actúa de forma indebida por propia voluntad y a “mala idea”, pero es una apreciación equivocada. Lo cierto es que una persona con alzhéimer tiene mermada su capacidad de juicio y ya no se le puede pedir que razone como siempre lo hizo.
  5. Procurar comprenderle. Para entender a qué puede deberse el enfado, la agitación o el sinsentido de la conducta del enfermo, debemos ponernos en su lugar. Se encuentra en mundo que ya no sabe interpretar, en medio de una niebla de desorientación y angustia. Sus reacciones tienen sentido para él y hay que esforzarse en encontrar ese sentido. Con paciencia y afecto.
  6. Cuidar al cuidador. Busque tiempo para usted. El cuidador debe mantener un espacio para la vida propia, de relación con los demás y del propio cuidado. Sólo así podrá hacer bien su labor.
  7. Utilizar los recursos a su alcance. Busque un centro de día para su enfermo. Eso le permitirá tener unas horas de descanso para usted y garantizar para él una estimulación cognitiva profesional.
  8. Mantener la movilidad. Si el enfermo empieza a presentar síntomas de estar perdiendo la movilidad, emplear los servicios de un fisioterapeuta para retrasar todo lo posible el ingreso en silla de ruedas.
  9. Incapacitar al enfermo. La persona con demencia ya no puede gobernar su vida como lo hacía antes de enfermar. Para proteger al enfermo de sí mismo y de otros, puede ser conveniente incapacitarlo. Suele plantearse esta necesidad cuando el enfermo posee un patrimonio considerable, cuando los miembros de la familia tienen opiniones enfrentadas en lo que respecta a decisiones importantes, cuando el enfermo presenta conductas de prodigalidad o cuando se pretende vender una propiedad para hacer frente a los gastos que origina la enfermedad, como motivos más frecuentes.

Fuente: Fundación Mutua Madrileña

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